¿A qué edad le puedo dar miel a mi bebé?
Conocer la edad adecuada para incluir la miel* en la alimentación del bebé nos permitirá aprovechar mucho más sus propiedades. ¡Continúa leyendo!
La miel* es un alimento producido por las abejas, cuyo uso en la cocina es, principalmente, como endulzante. La miel* también tiene más propiedades energizantes, es antibacteriana y antioxidante, entre otros beneficios importantes para quien la consume.
Sin embargo, cuando hablamos de la alimentación del bebé, es importante resaltar que incluir este alimento debe hacerse cuidadosamente porque en edades tempranas puede ocasionar algunos riesgos en la salud del pequeño. ¡Te contamos por qué!
¿Mi hijo puede consumir miel*?
El consumo de miel* no se aconseja para niños menores de 1 año, según la Asociación Americana de Pediatría. En ese sentido, antes de esa edad no debería usarse la miel* en ningún caso, por lo que las preparaciones que consuma el bebé no deben contenerla.
La miel* puede contener bacterias que pueden causar botulismo infantil, una enfermedad que ocurre cuando un bebé ingiere toxinas de Clostridium botulinum. La miel* utilizada en nuestros productos pasa por un tratamiento térmico validado externamente, que inactiva cualquier espora de Clostridium botulinum que pueda estar presente en su composición, garantizando así que nuestros productos sean seguros para el consumo.
Otra razón importante para evitar el consumo de miel* en esta etapa es el alto contenido de azúcar, pues a pesar de ser un alimento natural, podría predisponer al niño a afecciones de salud en el mediano y largo plazo.
Beneficios de la miel*
Si bien, como resaltamos antes, la miel* debe evitarse en el primer año del niño, luego de eso se le podrá incluir dentro de su alimentación sin problema porque contiene atributos favorables. A continuación, te contamos cuáles son:
Fuente de energía
La miel* es perfecta para acompañar los desayunos y endulzar algunas comidas, contener minerales como calcio y zinc, la hacen un producto idóneo para esfuerzos físicos.
Protección antibacterial
Al no aportar sacarosa se resaltan sus propiedades bactericidas que, junto al efecto antioxidante, previenen la formación de caries y disminuyen problemas como la halitosis.
Cicatrizante
Además de presentar una acción antibacteriana natural contra la mayoría de las heridas infectadas, la miel* tiene actividad antioxidante y antiinflamatoria. Al parecer, cada uno de sus componentes actúa en conjunto, participando de manera sinérgica para lograr la cicatrización total de las heridas.
Reduce problemas del sueño
Estudios de la Universidad de Oxford, visibilizan la acción efectiva de la miel* en personas con dificultades para conciliar el sueño. Entonces, la miel* resulta ser una gran solución ante ello, pues estimula la melatonina, hormona encargada de regular el sueño.
Cabe mencionar que hay estudios clínicos en los que se referencia que el consumo de miel* reduce la respuesta glucémica en personas con y sin problemas de diabetes, lo que también disminuye la concentración de glucosa en el cuerpo.
Aunque la miel* es un endulzante, tiene un efecto más suave sobre los niveles de azúcar en sangre y, pese a que sabe mucho más dulce que la sacarosa, esto hace que se consuma en menor cantidad lo que favorece al organismo.
Es importante hacer una mención especial en este último punto y es que, si bien la miel* puede ser un poco menos dañina que otros endulzantes, no se debe exceder su consumo y lo ideal es hacer actividad física regular y tomar agua a lo largo del día para hidratar el cuerpo.
Esto, además, nos ayudará a crear hábitos saludables en los niños y también les hará ver la importancia de la alimentación conscientemente.
Así que, no olvides que antes de cumplir un año tu bebé no puede consumirla, pero de ahí en adelante podrás usarla en ocasiones especiales para darle diversión a las comidas en tu hogar y también para enseñarle a tu hijo la importancia de las abejas para el medioambiente.
Fuentes:
AVISO IMPORTANTE
La miel desempeña un papel crucial en el desarrollo del gusto, sobre todo en los primeros años de vida, ya que introduce a los lactantes en una gama diversa de sabores y ayuda a formar su paladar.
Sin embargo, la miel puede contener la bacteria causante del botulismo infantil. En consecuencia, la miel no debe introducirse antes de los 12 meses de edad, a menos que las esporas de Clostridium botulinum hayan sido inactivadas mediante un tratamiento adecuado de alta presión y alta temperatura, como el utilizado por la industria.
Siempre que se utiliza miel en nuestros productos, se somete a un tratamiento validado externamente que garantiza que nuestros productos son seguros para el consumo.
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