Cansancio o más energía: Cara o cruz.
Las observaciones médicas detectan en las mujeres embarazadas una baja global de la inmunidad. La Madre Naturaleza lo ha dispuesto así, para que tu cuerpo no considere al bebé que estás gestando como un “cuerpo extraño” y lo resguarde durante nueve meses.
Como contrapartida, hay que vigilar una mayor propensión por contraer infecciones que pueden causar que te sientas cansada.
Por el contrario, algunas mujeres se tornan más robustas durante el embarazo; es posible que estén energizadas por la felicidad de esperar este hermoso evento, o porque los efectos de las modificaciones hormonales se presentan en forma distinta en ellas. El estrógeno tiene por lo general, un efecto más bien tónico, mientras que la progesterona tiene un efecto relajante. En algunas mujeres, la progesterona mejora el sueño nocturno y les permite sentirse bien durante el día. En otras, provoca la somnolencia clásica del embarazo y su efecto puede ser paradójico si la somnolencia diurna se traduce en un sueño nocturno perturbado, que puede trastornar el reloj biológico y producir un estado de cansancio durante el día.
Existen muchas otras explicaciones para el cansancio durante el embarazo: carencia de hierro o hipoglicemia asociada con el gasto de energía para el crecimiento del bebé en el útero.
Una alimentación adecuada es esencial para el mantenimiento de tu estado de ánimo y además es importante para evitar estrés y cansancio, seguir practicando ejercicios físicos si los practicabas antes del embarazo (teniendo cuidado con su intensidad y en evitar golpes).
¿Con poco ánimo?.
Algunas vitaminas, como la vitamina C y ciertos minerales, como el hierro, son necesarias en mayor cantidad para satisfacer las necesidades del feto. Ambos son indispensables para el funcionamiento del organismo y la vitamina C cumple un papel positivo en la defensa contra las infecciones. Para satisfacer tus necesidades de estos micronutrientes, asegúrate de consumir carnes rojas, que son las principales fuentes de hierro (ver la ficha “Hierro”) además de frutas y verduras frescas para el aporte de vitaminas.
Los ácidos grasos esenciales omega 3 y 6, también intervienen en la regulación de los mecanismos de defensa en conjunto con el zinc, el selenio, el cobre y la vitamina C. Una alimentación equilibrada que aporte aceites vegetales, frutas y verduras contribuirá a cumplir con estos aportes.
En cuanto a las precauciones, evita entrar en contacto con enfermos contagiosos y ante cualquier fiebre, consulta a tu médico sin perder mucho tiempo. Algunas infecciones pueden representar riesgos para el bebé, pero tal vez estés protegida desde antes del embarazo. Tu médico te habrá pedido un examen de sangre desde el comienzo de tu embarazo, para conocer cuál es el estado de tu inmunidad frente a la rubeola, la toxoplasmosis, la sífilis y la hepatitis B, dentro del marco de exámenes clínicos obligatorios.
Fíjate bien en lo que comes y también en tu higiene.
Hay un número de prácticas adecuadas que debes respetar para evitar infecciones de origen alimentario:
1- Evita todos los lácteos no pasteurizados.
2- Asegúrate de que la carne esté completamente cocida.
3- Evita las carnes o pescados mal cocidos o crudos, las cecinas (embutidos) crudas, el hígado graso, y los productos salados crudos, como el salchichón y los salames. Prefiere las cecinas selladas al vacío.
4- Evita los huevos crudos y los productos hechos con ellos (mayonesas caseras), los pescados ahumados, los mariscos crudos y las semillas con brotes crudas (ejemplo: dientes de dragón crudos (brotes de soja) )
5- Si tienes dudas acerca de la calidad del agua, no la bebas; prefiere el agua embotellada expendida en envases sellados o hiérvela. En lo que se refiere al agua de la llave, tu delegación (municipalidad) te podrá informar acerca de su calidad.
6- Ponte guantes para trabajar en el jardín. Antes de preparar alimentos o de comer lávate cuidadosamente las manos con jabón. Las verduras en contacto con la tierra y mal enjaguadas pueden transmitir microbios o parásitos como el de la toxoplasmosis. Por lo tanto, lava cuidadosamente las verduras que son consumidas crudas y las hierbas aromáticas, y sigue una receta “de las abuelitas” enjuagándolas a continuación con vinagre. Otra posibilidad es usar desinfectantes líquidos o cloro que se agregan al agua de lavado.
7- Para evitar contaminaciones cruzadas de uno a otro alimento, mantén los alimentos crudos (carne, verduras, etc.) separados de los alimentos cocidos o listos para consumir. Después de manipular alimentos crudos, lávate las manos y limpia los utensilios de cocina que hayan estado en contacto con esos alimentos.
8- Los sobrantes de alimentos y los platos ya cocinados deben recalentarse minuciosamente antes de consumirlos de inmediato. La bacteria de la listeriosis muere a temperaturas por sobre los 60º C.
9- Limpia el refrigerador y desinféctalo con frecuencia, usando agua esterilizada a la que le has agregado unas gotas de cloro.
10- Evita cambiar la arena del gato: puede ser vector de toxoplasmosis, un parásito relativamente frecuente en estos animales.
Déjate mimar.
Mediante estas precauciones y algunas modificaciones en tu vida de futura mamá, no serás tan frágil como lo crees. Pero ¿por qué no?, siempre puedes asumir el papel de mujer embarazada y frágil, protegiendo tus espacios para ti y tu bebé. Esto podrá ayudarte a no esforzarte demasiado y resistir presiones sociales que insisten en que siempre se puede trabajar más para hacer todo y de todo, y mucho más aún la verdad. ¡No hay nada mejor que dar vida!.
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